Otro hijo del viejo Frankenstein intenta aclarar la verdad sobre el monstruo y debe lidiar con un ambicioso colega y con el jorobado Ygor. Ejemplo efectivo de comedia negra, con transplantes de cerebro, un monstruo que trepa a los tejados para bajar el globo de una niña, aparatos de ciencia loca, y una implausible y divertida trama de conquista del mundo por parte de Ygor, en su más alto rango de protagonismo en toda la saga.
Tras ''La sombra de Frankenstein'' (1939), Boris Karloff considero que la historia no daba para más y rechazo el papel en la siguiente y este fue substituido por Lon Chaney Jr. quien no sabe interpretar al monstruo con la misma magia y espíritu como Karloff. La añoranza con Karloff es imposible Chaney lo único que hace es dar vueltas por todas partes sin tener rumbo como si fuera un robot. Chaney ya habia interpretado a la momia y al hijo de Drácula, pero el papel por el que es recordado es por el del licántropo Larry Talbot. El film produce cierto entretenimiento aunque es una de las menos conocidas de todas, en esta el otro hijo del doctor Frakenstein es convencido por Igor para revivir al monstruo, y el científico planea cambiar al monstruo el cerebro para poder rehabilitarlo, pero Igor no piensa permitir que le hagan eso a su amigo. En el guión se encuentra numerosos fallos que nos hacen pensar que los guionistas no han visto las anteriores partes y que solo se la han comentado, en esta parte el doctor dice que el monstruo mato a su padre y a su hermano, pero el doctor Frankenstein no moría por causa del monstruo, nunca nos contaron por que murió pero la opción del monstruo es improbable por que en la anterior el monstruo estaba muy débil casi sin poder moverse en ''La sombra de Frankenstein'' (1939) debido a la explosión en ''La novia de Frankenstein'' (1935, la anterior), y el hijo tampoco moría por causa del monstruo ya que en la última tiraba al monstruo al azufre al final y en esta el monstruo sale de el azufre al comienzo. A pesar de todo el film merece ser visionado... eso si... sin unos ojos demasiado críticos.
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