domingo, 7 de noviembre de 2010

Dr Mabuse



Quien esto escribe es un convencido que Fritz Lang es uno de los mejores directores de la historia. Pero sería injusto también cargarle todas las culpas de las fallas de Dr. Mabuse a Thea Von Harbou. Francamente es un libreto que no entiende lo que significa adaptar una obra. Pareciera que todos los capitulos del serial de Norbert Jacques hubieran sido incluídos con calzador, cuando en realidad se precisaba una poda de subtramas y personajes para que la historia quedara más compacta y efectiva. Tampoco la dirección de Lang es muy concisa: todas las escenas son excesivamente largas, y cualquier rutina corriente demora cinco minutos más de lo debido. Es cierto que hay que construir un clima, pero con ese ritmo todo se vuelve tan moroso que termina por sobrepasar al espectador.

Uno no puede negar que los puntos vitales de la obra son inteligentes. El problema es el trajín diario de los personajes que no resulta tan interesante y es demasiado extendido. El comienzo del film es muy bueno, con Mabuse robando un convenio comercial secreto cuya desaparición hace temblar a la bolsa de valores... jugada que es aprovechada por Mabuse en su propio beneficio. Pero lamentablemente el ingenio de esas secuencias termina sepultado por el sopor de la trama central, con escenas demasiado largas. Los personajes son interesantes, los avances de capítulo de la historia son buenos; pero hay demasiado relleno (o demasiado tiempo dedicado al relleno) que la hacen interminable.

En sí Mabuse toma algunas influencias de villanos preexistentes a la época, como Fantomas y Fu Manchú. Es un maestro del disfraz, un hombre brillante, y posee poderes telepáticos más poderosos que la simple hipnosis. Por ejemplo, puede controlar mentalmente a alguien aún estando de espaldas - como ocurre con el conde Told -. Allí reside el elemento fantástico de la trama y nada más. Pero las explicaciones sobre las motivaciones de Mabuse son muy vagas. Sabemos que se cree un ser superior y que disfruta de jugar con las mentes de los más débiles. También sabemos que acapara enormes fortunas de dinero con el juego, pero desconocemos su propósito. Quizás ocurra en filmes posteriores, pero al menos en esta película no es un genio criminal en el sentido megalómano de controlar o destruir el mundo. Funciona más como un mafioso con poderes telepáticos que como una amenaza pública o como un anarquista. En todo caso sus motivaciones son narcisistas: controlar débiles y explotarlos, demostrar su superioridad. Pero no existe un ansia de poder sobre multitudes, sino que sus motivos son más modestos.

En contrapartida tenemos al fiscal Wenk, que es un personaje medianamente interesante. El filme amenaza convertir la historia en un duelo de ingenios entre él y Mabuse, pero a mitad de camino decide dejar al héroe en un rol bastante pasivo. Mientras que al principio Wenk recrea los mismos métodos de Mabuse - se disfraza, olfatea los posibles escenarios de los crímenes y las potenciales víctimas -, después pierde protagonismo a manos de otros papeles poco interesantes como es Cara Carozza y la condesa Told. Sinceramente uno esperaba muchísimo más de la condesa, pero termina por ser un elemento decorativo para que, al final, Mabuse se transforme en un villano típico de cine mudo con rehén femenina de turno. Además el personaje de la condesa Told entra dentro de las diletantes sociales de Von Harbou - que siempre vió a la clase alta como un parásito que vive en el ocio -, calificándola como una niña rica que tiene tristeza, una mujer totalmente apática con todos y con el mundo que la rodea, que vive en el aburrimiento, y que se presta a colaborar con Wenk, no por causas morales sino por matar el tiempo.

Las actuaciones están bien, y se destaca Rudolf Klein-Rogge (el Rotwang de Metropolis) que, cuando sintoniza a Mabuse sobreactúa salvajemente pero cuando se disfraza se transforma de un modo completamente asombroso. La curiosidad para la trivia es que Klein-Rogge fue el marido de Von Harbou hasta 1921, y después la volátil guionista se casaría con Lang en 1922 (el año de este filme) y seguirían juntos hasta que Von Harbou decidiera abrazar el nazismo mientras Lang huía para Norteamérica.

Dr. Mabuse, Der Spieler es una película que resulta aceptable si se le tiene paciencia. Es muy indulgente con los tiempos que maneja. El villano es muy interesante y se comporta de manera implacable, e incluso incorpora elementos modernos (propios del serial o de otros villanos más actuales) como la hipnosis y los dispositivos de última tecnología. Si uno lo compara con los mejores villanos de la historia, podría citar a Mabuse como una de las más fuertes influencias del Joker de Heath Ledger en The Dark Knight. En algunos momentos del film, uno espera que Klein-Rogge empiece algún discurso del estilo "yo simplemente soy un agente del caos". El problema es que el mejor personaje está muy dosificado y queda diluído entre una troupe de caracteres medianamente potables que viven entrando y saliendo de habitaciones, hablando mucho, haciendo pausas eternas y ejecutando muy poco.

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