domingo, 7 de noviembre de 2010

Vampyr, la bruja vampiro




Un joven viajero, de descanso en un extraño castillo, comienza a ver extrañas visiones, y descubre una mujer inconsciente que ha sido atacada por un vampiro en forma de bruja... El maestro Dreyer rueda en Francia y en alemán su particular visión del terror: un mundo onírico y sugerente, lleno de fantasmas y sombras que cautivan más por la fuerza de sus imágenes que por lo terrorífico del relato. A pesar de ser hoy en día considerada como una obra maestra del género, en su día fue un rotundo fracaso, por lo que el director danés tardaría doce años en volver a rodar su siguiente película, "Dies Irae"

Muy poco apreciada en su momento y redescubierta por la crítica más adelante, esta extraña película resulta deslumbrante desde el punto de vista visual: Dreyer combina muy eficazmente el gusto por la sombras y los contrastes tonales del expresionismo alemán con la iluminación vaporosa y onírica del impresionismo francés, e incluso con juegos ópticos y audacias con la cámara de corte más vanguardista. Si a ello le unimos cierto juego con lo simbólico muy sugerente, esta especie de reverso tenebroso de “La palabra” acaba resultando, pese a la no-interpretación de su protagonista y a una narración por momentos más dispersa que onírica, una experiencia intensa y atractiva. Destaca el terrible final del villano: no sólo porque el director se vería incluso obligado a acortarlo por la censura, sino porque habría de ser remedado (¿conscientemente?) en un muy conocido thriller de los años ochenta

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