domingo, 7 de noviembre de 2010

Chandú, el mago


El mago Chandú (el olvidado galán de matinée Edmund Lowe) recibe sus votos de alta magia en un ritual místico cuyo sumo sacerdote (Nigel de Brulier) explica cual será su primera misión. En algún lugar de Egipto, el científico Robert Regent (Henry B. Walthall) realiza experimentos para perfeccionar un rayo capaz de vaporizar la materia. La esposa del científico es la hermana de Chandu, la Sra. Regent (Virginia Hammond), cuyos chirriantes hijos Betty Lou (June Vlasek, más tarde conocida como June Lang) y Bobby (Nestor Aber, antes o después, conocido como Michael Stuart), idolatran al "Tío Frank", mote con el que Chandú es conocido familiarmente. El problema surge cuando esbirros de Roxor (Bela Lugosi, extravagantemente barroco) secuestran a Regent para obligarlo a revelar el secreto del funcionamiento del rayo mortal, con el planea destruir al mundo a no ser que acepte postrarse a sus pies. Chandu se encuentra con la rozagante Princesa Nadji (Irene Ware), soberana de un Egipto anacrónico, a la que trata de declararle su amor. Nadji es asediada por Roxor, pero por razones menos románticas: lograr el sometimiento de sus súbditos. Roxor no tarda en capturar a Nadji, pero es liberada de manera espectacular por Chandu, que disfrazado de beduino, la toma en sus brazos y cruza a pie sobre el fuego. El filme se pasa ameno, entre los intentos de Roxor - que secuestra a casi todos los familiares de Chandu - y las proezas del protagonista, quien gracias a sus poderes hipnóticos salva las papas del fuego más de una vez. Mención especial para un equilibrado comic-relief del simpático Herbert Mundin, ayudante de Chandu que tiene un "pequeño" problema con la bebida. Siendo la versión fílmica de un serial radiofónico de Harry Earnshaw, Vera Oldham y R.R. Morgan que se mantuvo en el aire entre 1932 y 1950, la película ofrece un mundo mágico y netamente cinematográfico. El parlamento en que Bela Lugosi imagina como irá destruyendo las grandes orbes mundiales una por una (el más radiofónico de la película) está justamente intercalado con miniaturas de ciudades incineradas. Y hablando de miniaturas, digamos que terminan siendo el centro de la película a través de las contínuas tomas en que se muestran templos, parajes selváticos o laberintos milenarios. Todos los trucos de Chandu están imaginativamente realizados sobre un escenario atractivo y exótico (en el que no es difícil ver la mano del co-director William Cameron Menzies) y la confrontación final es digna, sin embargo su simplona construcción narrativa parecería estar siempre indecisa si enfocarse al público infantil o al juvenil

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