miércoles, 10 de marzo de 2010

El hombre que fabricaba mounstros


sinopsis

Una noche de tormenta, un autobús tiene un accidente y golpea contra un tendido eléctrico, muriendo todos los pasajeros salvo uno, que queda por completo inmune, y que casualmente trabajaba en una feria como Dynamo Dan, resistiendo embates eléctricos. Un científico experto en electricidad decide contratarlo para estudiar su inmunidad, pero el socio de aquél tiene otras intenciones.




Ficha Técnica

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Comentario

“El hombre que fabricaba monstruos” ha pasado a la historia como una discreta pero lustrosa joya de ciencia ficción terrorífica de los primeros años cuarenta, dentro de ese asombroso ciclo de películas producida por la Universal (la saga de “El Hombre Invisible”, el ciclo de “La Momia”, “Drácula”, “Frankenstein”, etc…) que inundaron por aquellos años las salas de cine aprovechando el auge comercial del género de terror, aunque en realidad, como es el caso, se acercan más al cine de ciencia-ficción.
Está brillantemente dirigida por George Waggner y protagonizada por el infravalorado Lon Chaney Jr., que poco después realizarían (ambos) la magistral “El Hombre Lobo” (“The Wolf Man”, 1941). A mí personalmente me gusta mucho esta película. Por ello os dejo la review que Carlos Díaz Maroto, de www.pasadizo.com hace del film, que lo borda a la hora de analizarlo. Dice así:

“…El filme ofrece un guión del propio Waggner (con seudónimo) conciso y bien planteado, que desarrolla en imágenes con una enorme elegancia y fuerza. Dada la época, la censura no permitía exhibiciones de violencia desatada, por lo cual muchos de los momentos son ofrecidos de manera elíptica. Ello provoca que la agudeza se dispare, como es en la magistral escena de la ejecución en la silla eléctrica, narrada primero por medio de sombras, y después por las reacciones que provoca en otras personas, inclusive en aquellas que no están presentes en el acto, como son los encargados del fluido eléctrico, que desde su sala miran atónitos cómo los diales se disparan una y otra vez. Destacan también los planos de Lionel Atwill como el científico loco en los cuales redacta en su diario los avances de sus experimentos, planos que muestran al actor saturado de sombras que semejan la telaraña de iniquidad que el personaje va forjando. La película es una obra sin aspavientos ni grandilocuencias, con una narración calma pero irreductible que conduce a un destino aciago de forma directa.

Gran parte del mérito de la película estriba en el subvalorado Lon Chaney Jr., que compone un personaje muy creíble que va involucrándose en los sucesos de manera paulatina. Cuando lo conocemos en el hospital, y después en casa del profesor Lawrence, es un hombre vital y entusiasta, muy alegre y amable, que juega sin parar con el perro de la familia; una vez el malvado doctor Rigas lo tiene bajo su poder, se ofrece como un ser apagado y triste, melancólico, sometido por una fuerza superior, sin ánimos para rebelarse, salvo en la magnífica escena de la encuesta en los juzgados, cuando tiene un conato de rebeldía y muestra su furia contenida durante un leve instante; al final, una vez acontecida la ejecución, Dynamo Dan aparece como un monstruo vengativo, al que domina sólo la furia por buscar la venganza en aquel que lo convirtió en una bestia eléctrica. Fue el primer papel protagonista de Chaney (pese a que en los créditos aparezca el segundo, por debajo del estupendo Lionel Atwill), y el que le condujo al papel de Larry Talbot en El hombre lobo ese mismo añó. Chaney ya había mostrado sus posibilidades como actor, con todo, en la maravillosa “Of Mice and Men” (“De ratones y hombres”, 1939), de Lewis Milestone.

Los efectos especiales, una vez más, son debidos a los dos grandes genios de la Universal, Jack P. Pierce a cargo de los maquillajes y John P. Fulton con los efectos visuales. El primero aplica un aderezo a Lon Chaney que paulatinamente va mostrando los signos de la degradación física de su personaje, con sombras en el rostro acrecentadas por la palidez; Fulton, por su parte, aplica sobre rostro y manos del actor un efecto eléctrico de destello constante, otorgando una intensidad anonadante a las imágenes. El personaje de Dynamo Dan, así, semeja un precedente inequívoco de los archivillanos de los cómics Marvel, en diseño y espíritu, entre los que podríamos destacar a Electro, némesis de Spider-Man que ofrece los mismos poderes, casi, que la presente creación.

En su concisión de una escasa hora, El hombre que fabricaba monstruos es una agradecida, sencilla y directa obra de evasión, una muestra de ciencia ficción primitiva humilde pero sólida que brinda mayor satisfacción que muchas filigranas colmadas de efectos especiales costosos con que hoy en día se nos inunda. Regresar a la sencillez tiene su compensación.”






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