La versión 1910 de Frankenstein proviene de los estudios Edison, propiedad precisamente de Tomás Alva Edison - creador del fonógrafo, el kinetograma (antecesor del proyector cinematográfico) y la lámpara eléctrica, entre miles de inventos -. Edison fue uno de los primeros en visionar al cine como mecanismo de entretenimiento y su estudio fue pionero en establecer las bases sobre los que se cimentaría el cine comercial. Aún así, esta versión de Frankenstein es realmente cruda en cuanto a lenguaje narrativo; en aquellos años una historia cinematográfica se reducía al simple y lineal resumen temático de una obra, sin que existiera el concepto de creación de clima y profundidad dramática. Sólo a partir de la obra de cineastas como D.W. Griffith el lenguaje cinematográfico comenzaría a madurar hacia los carriles que todos conocemos hoy.
Uno de los aspectos más interesantes de Tomas Edison´s Frankenstein es la diferencia conceptual con la versión moderna del personaje que todos conocemos. El barón Frankenstein, su ayudante deforme Igor, la creación de la criatura a partir de restos humanos, el ser gigante con clavos en el cuello, la persecución del genio demente por parte del monstruo... resultan ser creaciones propias de la mente de James Whale para su clásico de 1931, y terminarían por convertirse en el patrón modelo del personaje por antonomasia. Pero lo cierto es que el proceso de creación de la criatura está directamente omitido en la novela original, y las motivaciones del monstruo son muy diferentes a las definidas por Whale. Aquí, a pesar de la brevedad de la película, tenemos algunos atisbos de la visión de Shelley. Frankenstein no es el clásico científico loco sino un alquimista; lo suyo es la creación de un ser perfecto a partir de pociones mágicas y rituales, pero el experimento termina saliendo mal y la criatura termina por ser una materialización de la parte más oscura y deforme de su espíritu. En ese sentido, este Frankenstein es la materialización del alter ego diabólico de su creador.
La escena del proceso de formación del monstruo es excelente, aún considerando que toda la historia está comprimida en escasos minutos. Utilizando los trucos básicos de aquella época, la producción construyó un títere al cual prendieron fuego y rodaron con el tiempo invertido (de atrás hacia adelante). El diseño de la criatura es realmente impresionante, y en los momentos iniciales da la impresión de ser un gárgola sumida en el dolor de su terrible deformidad física - manos enormes como garras, músculos y huesos a la vista, extremidades gigantes -. Lamentablemente cuando Charles Ogle se desplaza en el escenario, esa sensación de shock se pierde ya que el actor se comporta como un hombre común con maquillaje. El otro punto destacable es el final, en donde la criatura se desvanece y queda atrapada en un espejo, en donde muta a ser un reflejo de Frankenstein mientras su creador proclama los ritos para deshacer el hechizo.
Tomas Edison´s Frankenstein es un filme fascinante aún con los defectos de factura propios de su época. Es original y fresco, y es completamente diferente. Definitivamente la recomiendo, porque en escasos minutos nos brinda la oportunidad de tener otra perspectiva hacia un personaje clásico del horror.
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